Hoy vengo con uno de los errores que más cometemos los corredores.
(Y yo el primero, que conste.)
Es un error que parece pequeño, pero que marca una gran diferencia.
Y a veces genera malentendidos, confusión y frustración.
Me refiero a esto:
La diferencia entre entrenar bien y entrenar duro.
Que no, no es lo mismo. Aunque lo parezca.
Entrenar duro es lo típico de venirse arriba, exprimirse al máximo, volver molido y colgarlo orgulloso en Strava.
Entrenar bien, en cambio, es otra cosa:
Es aplicar la intensidad adecuada en el día adecuado.
Es hacer lo justo para conseguir el mejor resultado posible.
Cuando digo “justo”, no me refiero a poco.
Me refiero a ni más ni menos: el estímulo necesario, en el momento preciso.
Con intención.
Con cabeza.
Entrenar duro, día tras día, solo consigue una cosa:
fatiga crónica, acumulación de cansancio y riesgo de quemarte.
Entrenar bien, sin embargo, genera adaptaciones, mejores sensaciones, mejor rendimiento.
Porque el cuerpo no entiende de épica ni de heroicidades del día.
El cuerpo entiende de estímulos bien medidos y de tiempo para recuperar.
Entrenar duro puede parecer valiente.
Pero entrenar bien es lo que te va a hacer avanzar.
Y sí, puede que no mole tanto en Strava.
Pero en la siguiente carrera… vas a volar.
Así que la próxima vez:
Entrena con cabeza. Con intención.
No a lo loco.
Porque entrenar duro, sin sentido, no te lleva a ningún sitio bueno.
Y si ves que te cuesta encontrar ese equilibrio —ni muy blando, ni pasado de rosca—,
escríbeme a hola@correr.run y vemos cómo puedo ayudarte.
Que pases un gran día
Mariano
PD1: Durante años entrené fuerte… y mal. Ahora entreno más suave. Pero rindo mejor.
PD2: Si tienes un amigo que siempre va “a fuego”, reenvíale esto. Le va a venir bien. Y si no está en la lista se puede apuntar aquí → https://correr.run/
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