¿No te ha pasado alguna vez que, por más kilómetros que metes, sientes que no terminas de mejorar?
Que sales a rodar, aprietas, sudas… pero cuando llega la tirada larga, o los entrenamientos clave, las piernas no responden como deberían.
Tranquilo, no eres el único. La mayoría de corredores populares caemos en la misma trampa: entrenar siempre en la “zona gris”. Esa donde no vas ni rápido ni lento, y te estancas.
Hoy, después del finde y con los kilómetros de la tirada larga aún en las piernas (el MAPOMA está cerca)…
Quería hablarte de la clave para salir de ese estancamiento: la famosa Zona 2.
Sí, eso que seguramente ya has oído antes: “Si quieres correr rápido, primero tienes que correr lento”.
La cosa es simple: necesitas construir un buen fondo de armario. Y para eso, toca sumar muchos kilómetros en esa zona.
Puede sonar contraintuitivo, pero la ciencia lo respalda: correr lento funciona. Mucho más de lo que parece.
El problema es que casi todos hacemos los rodajes demasiado rápidos. Acabamos atrapados en esa “zona gris”, esa tierra de nadie. Ni es suficientemente suave para construir base aeróbica, ni es intensa para mejorar velocidad. Resultado: ni una cosa ni la otra.
Ahora bien… ¿por qué correr lento te hace más rápido?
1/ Porque mejoras tu sistema aeróbico.
Sin tecnicismos: correr cómodo (Zona 2) fortalece tus mitocondrias (las fábricas de energía) y enseña al cuerpo a usar mejor las grasas. ¿El resultado? Llegas más lejos antes de fatigarte.
2/ Porque distribuyes mejor tus entrenamientos.
Los élite lo tienen claro: 80% a baja intensidad, 20% a alta. Así acumulan volumen sin quemarse y guardan fuerzas para las sesiones clave. Tú, que no eres profesional ni vives del atletismo, puedes aplicar una versión más realista: 70% suave, 30% intenso. Simple y efectivo.
3/ Porque reduces el estrés y evitas sobreentrenarte.
Si te empeñas en rodar rápido siempre, el cuerpo te pasa factura: más cansancio, peor recuperación, más riesgo de lesión. Lo fácil tiene su razón de ser. Si toca suave, hazlo suave. Así sí tiene sentido.
Vale, ¿cómo sabes si realmente estás corriendo fácil?
Puedes hablar sin jadear.
Respiras tranquilo.
Al acabar, sientes que podrías haber seguido unos kilómetros más.
La clave: te tiene que parecer demasiado fácil. Ahí es donde ocurre la magia.
Así que ya sabes: si quieres correr rápido, primero tienes que sumar mucho volumen lento. Zona 2. Ni recuperación, ni ritmo alegre. Ahí está el progreso.
Ahora dime… ¿sueles correr en la Zona 2 o eres de los que se queda en la zona gris?
Respóndeme, quiero saberlo: hola@corer.run
Que tengas un gran día
Mariano
PD: Sé lo que quizás piensas… “Ya, pero yo soy diferente. Yo necesito apretar para notar que entreno”. Error. Precisamente por eso, necesitas bajar el ritmo. Hacer más, sufriendo menos. Y cuando llegue el día clave, tendrás reservas para apretar de verdad.
Únete a la newsletter que leen cientos de corredores populares
Motivación diaria en tu buzón para correr más y mejor