Hay veces que no hay ganas.
Que cuesta.
Y es normal.
Porque muchas veces… recuperar las ganas no empieza con ganas.
Me explico.
Hay días en los que te levantas y el cuerpo te dice que te pires.
Y la cabeza te dice que te peines.
Las zapatillas te miran desde la puerta.
Y tú haces como si no las vieras.
Pero no —no es que ya no te guste correr.
Ni te has vuelto un vago de repente.
Te has desconectado de tu “para qué”.
Entrenar sin rumbo cansa más que una tirada larga sin avituallamiento.
Cuando no hay objetivo, no hay ganas.
Solo quedan las obligaciones, los “tengo que” y los deberes.
Y no, la solución no es “esforzarte más”.
Ni apuntarte a otra carrera a ver si se te aparece la motivación por arte de magia.
Porque muchas veces…
recuperar la motivación no empieza con motivación.
Empieza con dirección.
Con volver a mirar hacia dentro.
Preguntarte:
¿Qué te trajo hasta aquí?
¿Qué querías sentir?
¿Qué buscabas?
¿Qué querías demostrarte?
En definitiva:
¿Para qué te sirve correr?
Cuando das con ese “para qué”, todo cambia.
Te reconectas.
Y ahí es donde vuelves a construir:
Con un plan.
Con pequeñas victorias.
Con entrenamientos que tienen sentido, no solo sudor.
Si necesitas un cable, escríbeme a hola@correr.run y veo cómo puedo ayudarte.
Que pases un gran día
Mariano
PD: ¿Hace cuánto no te paras a preguntarte por qué corres?
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