El otro día estaba haciendo scroll infinito por Instagram —ese deporte olímpico no oficial— y me saltó un vídeo de Yago Rojo, uno de los maratonianos españoles con más futuro (y con mejor motor).
Estaba en un podcast —ni idea de cuál, la verdad— y dijo algo que me hizo frenar el dedo:
“Si hay días que he salido a correr con tres o cuatro problemas en la cabeza, y al volver no quedaba ninguno. Esos problemas seguían existiendo, pero correr me hacía verlos de forma diferente. Lo que parecía un problemón… terminaba siendo un granito de arena.”
Y pensé: joder, qué verdad.
Porque sí: correr te abre la cabeza. Te coloca. A veces, incluso, te recoloca.
Es como si las cosas se movieran solas, en silencio, mientras das zancadas.
Lo que antes parecía enorme, ya no lo es tanto. Lo que no sabías por dónde coger, de repente, lo ves más claro.
A ver, correr no es terapia —y tampoco tiene por qué serlo—.
Pero ayuda.
No porque los problemas desaparezcan, sino porque tú cambias la forma de mirarlos.
Y eso, muchas veces, es suficiente.
Te ayuda a pensar.
A soltar.
A escuchar(te).
Y sobre todo, a poner las cosas en perspectiva.
Eso que parecía un marrón… quizás solo era cansancio, ruido o necesidad de espacio.
Porque sí, correr es salud.
Pero también es enfoque.
Y aunque no sea mágico, tiene algo que casi siempre funciona.
Y tú, querido corredor…
¿Hace cuánto que no sales a correr con un lío en la cabeza… y vuelves con todo más claro?
Cuéntamelo en hola@correr.run
Que pases un gran día
Mariano
PD: A veces no hace falta una solución. Basta con cambiar la mirada. Y para eso, nada como un par de kilómetros bien dados.
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