El otro día estaba bicheando y me encontré la newsletter de Marcos Vázquez (el de Fitness Revolucionario que te recomiendo), hubo una frase que me dejó pensando toda la tarde:
“El verdadero progreso no llega con el esfuerzo inicial, sino con lo que haces cuando crees que ya no puedes más.”
Y lo mejor es que no hablaba solo de pesas o repeticiones en el gimnasio.
Era algo mucho más amplio. Y, joder, me sonó mucho a lo que hacemos (y sentimos) cuando corremos.
Porque en esto de correr también pasa algo parecido.
Lo que te hace mejorar no son los primeros kilómetros…
ni los rodajes cómodos…
ni siquiera las series que haces cuando estás fresco.
El salto real llega cuando das el último arreón
Cuando estás deseando parar, pero decides seguir.
Aunque sea un poco más. Aunque sea una vuelta más. Aunque sea 30 segundos más.
Y no porque tengas que ir al límite cada vez, ojo.
No se trata de fundirse.
Pero sí de entender que justo ahí, donde la cabeza te dice “basta”, es donde muchas veces se esconde el progreso.
Y esto vale también para el día a día:
– Cuando podrías saltarte el entreno… y sales igual, aunque sea 30 minutos.
– Cuando te animas a apretar al final de una tirada larga.
– Cuando, aunque no hay dorsal cerca, entrenas como si lo hubiera.
Pequeñas decisiones.
Sin épica.
Sin fuegos artificiales.
Pero que suman. Y mucho.
Porque en el fondo, esa última repetición, esa última zancada… es la que te cambia.
No el cuerpo: la forma de pensar.
Que pases un gran día
Mariano
PD: Yo ahora cada vez que estoy a punto de parar, me lo digo bajito: “Una más, solo una”.
Y oye… muchas veces, esa última es la que marca la diferencia.
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