Todos los corredores hemos vivido alguna vez una de esas situaciones en las que piensas:
“Tierra, trágame.”
Un momento incómodo, vergonzoso, en el que no sabes dónde meterte.
Pero que (aunque en el momento cueste) luego se convierte en historia para contar entre risas.
Porque sí:
las situaciones vergonzosas también forman parte del juego.
Del correr.
Del aprender.
Y, con el tiempo, de reírse un poco de uno mismo.
Aquí van algunas situaciones incómodas que hemos vivido todos (o casi todos) los que salimos a correr:
1/ Emergencias con el baño
Vas tan tranquilo: ritmazo, buenas sensaciones… y de repente… esa llamada urgente de la naturaleza.
El café, los nervios, el desayuno, el estrés pre-carrera…
Sea lo que sea, te toca improvisar:
baño de bar, arbustos discretos o retirada estratégica.
Consejo:
planifica rutas con baño cerca, controla lo que comes antes de correr, y si eres previsor… lleva unos kleenex encima.
No sabes el poder de un kleenex hasta que lo necesitas.
2/ Tropiezos, resbalones y caídas
Un bordillo traicionero.
Un cordón que se suelta.
Una cinta de correr con ganas de humillarte.
Te vas al suelo en mitad de una tirada y haces ese gesto rápido de “mirar primero si alguien ha visto antes de comprobar si estoy bien”.
Nos ha pasado a todos.
La clave: levantarse, sonreír (aunque duela), y soltar un “esto es parte del entrenamiento, ¿no?”
3/ Problemas con la ropa
Rozaduras. Pezones sangrantes. Muslos que se irritan a los 5K.
Todo por usar ropa que no toca, tejidos que raspan, o prendas que aprietan donde no deben.
Aquí se aprende por las malas.
Y después, ya nunca más vuelves a usar esa camiseta “tan chula” que en realidad es papel de lija.
Conclusión:
Ropa técnica, cómoda y probada.
Y sí, la vaselina es tu amiga.
4/ Ampollas que duelen (y mucho)
Zapatillas nuevas.
Calcetines de supermercado.
O simplemente un día de lluvia que te deja los pies como pasas.
El resultado: ampolla.
Y no solo molesta al correr… te acompaña toda la semana.
Prevenir = zapatillas bien ajustadas, calcetines técnicos, y revisarse los pies después de cada carrera larga.
5/ Sentirse observado
Especialmente al principio, cuando estás empezando.
Te da la sensación de que todo el mundo te mira, te juzga, como si fueras parte de un reality show.
La realidad:
la mayoría va a su rollo.
Y si te miran… probablemente piensan “ojalá yo también tuviera esa constancia”.
Además, nadie se va a acordar de ti 30 segundos después.
Eso sí: tú te vas a acordar de ese entrenamiento toda la semana.
¿La conclusión de todo esto?
Que sí, correr tiene momentos incómodos.
Pero son parte del camino.
Y con el tiempo, esas anécdotas se convierten en buenas historias.
Y en señales de que sigues corriendo, aprendiendo y sumando.
¿Crees que me he dejado alguna situación incómoda?
Escríbeme y cuéntamela a hola@correr.run
Que pases un gran día
Mariano
PD: Con buena planificación, buen material… y un poco de sentido del humor, estas cosas pasan menos. (Y cuando pasan… duelen menos).
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