Strava es la caña. Pero tiene un lado oscuro

Uno de los problemas que tenemos casi todos los corredores es que nos comparamos.

Nos comparamos con otros.

Nos comparamos con nuestro yo del pasado.

Con nuestras marcas. Con los ritmos. Con los kilómetros.

Y ¿sabes qué pasa?

Que eso no lleva a ningún sitio.

Te mete en un bucle.

Uno de esos que cuesta parar y que te come por dentro.

Y sí, ya sé que es fácil decirlo.


Pero cuesta mucho ir a tu aire cuando todo el mundo parece ir más rápido, más lejos o con más estilo.

Deja de compararte. Punto.

Porque cada vez que lo haces —aunque no te des cuenta— pierdes foco.

Pierdes confianza.

Y al final… también pierdes rendimiento.

A mí también me ha pasado.

Y te digo una cosa: se puede salir de ese bucle mental.

Solo hay que entender por qué pasa y saber por dónde cortarlo.

Strava, por ejemplo.

Es una maravilla.

Pero ha convertido cada entrenamiento en una especie de escaparate.

Ya no solo entrenamos.

Ahora también vemos cómo entrena todo el mundo.

Cuándo, cuánto y a qué ritmo.

Y ahí entra el lío: tu cerebro empieza a comparar datos como si fueran amenazas.

No es ego. No es vanidad.

Es supervivencia mental ante una lluvia constante de estímulos.

¿Cómo afecta eso a tu rendimiento?

Cuando entrenas con la cabeza de otro:

– Te sales de tu plan
– Ignoras tus sensaciones
– Aprietas cuando no toca
– Y acabas fundido antes de tiempo

Compararte, no te impulsa, te desorienta.

Y lo peor es que muchas veces ni siquiera te das cuenta.

Y lo más jodido:

Compararte no es buscar información.

Es buscar validación.

Es ese pensamiento de:

“¿Voy bien? ¿Estoy al nivel? ¿Estoy haciendo lo que toca?”

El problema es que la comparación siempre está fuera de contexto.

No sabes si esa persona con la que te estás midiendo:

– Está sobreentrenada
– No duerme bien
– Va camino de una lesión
– O directamente… está colgando sus mejores días y no sus peores

Tú ves un ritmo.

Un número.

Y ese dato, sin contexto, distorsiona tu percepción.

Toda esta chapa es para decirte una cosa simple:

La comparación no te lleva a ningún lado.

Te hace perder el foco.

Te hace entrenar lo que no te toca.

Y te frustra, porque no sabes qué hay detrás de los entrenamientos que ves.

Haz tu plan.

A tu ritmo.

Con tus circunstancias.

Y tú, corredor…

¿Te sueles comparar?

¿Te pasa también?

Escríbeme y cuéntamelo a hola@correr.run

Que pases un gran día
Mariano

PD: Dejar de compararte no es rendirse. Es volver a escucharte.

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