Hay un momento en el que la cabeza empieza a negociar.
«Cinco minutos más.»
«Hoy no toca.»
«Total, ya he hecho bastante el finde.»
Y si no tienes algo que te sostenga más allá de las ganas… pierdes.
Por eso te escribo hoy.
Hoy es lunes.
Y seguro que las patas están cansadas del finde.
Habrás hecho tu tirada larga preparando alguna carrera que tienes en mente.
Sé que no te apetece nada. Que tienes las piernas para choped.
Venga, levántate.
Es imposible estar motivado todos los días.
Ni tú, ni yo, ni nadie.
Habrá días en los que no tengas ganas de entrenar.
Días en los que todo pese (hasta las pestañas).
Días en los que hasta caminar sea un drama.
Y es normal…
Porque la motivación va y viene.
Pero lo que se queda (si tú lo decides) es la disciplina, el compromiso contigo mismo y ese plan que tienes entre manos.
¿Sabes por qué?
Porque cuando tienes un plan CLARO, no dependes de las ganas.
Simplemente miras qué toca entrenar, lo haces y punto.
Sin pensar demasiado. Sin negociar.
Porque como lo pienses mucho, al final no lo haces.
No se trata de entrenar solo cuando te apetece o estás motivado.
La clave está en entrenar —aunque sea poco— hasta que cada vez te apetezca un poco más.
Porque la motivación se alimenta con acción, no al revés.
Y al final, la constancia siempre, siempre gana.
Así que la próxima vez que no te apetezca salir a correr…
Hazlo más suave. Hazlo un poquito. Pero HAZ algo.
Porque cada vez que cumples, sumas confianza.
Porque cada vez que cumples, das un pasito más hacia tu objetivo.
Y eso sí que es adictivo.
Si ves que te faltan fuerzas, o necesitas una mano, escríbeme a hola@correr.run y vemos cómo puedo ayudarte.
Que pases un gran día
Mariano
PD: Lo difícil no es correr. Lo difícil es mantener la palabra contigo mismo cuando nadie te está mirando. Y si hoy lo haces, por mínimo que sea, ya ganaste.
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