Uno de los errores más comunes cuando se acerca el día de la competición —especialmente en maratones y medias— no tiene que ver con entrenar poco.
Es otro.
Uno que arruina carreras enteras.
La pregunta suele aparecer en las dos últimas semanas, cuando bajamos el volumen de entrenamiento:
“¿No estaré descansando demasiado?”
Sobre todo en la última semana, empiezan las dudas. Has estado entrenando durante meses… y de repente, toca hacer menos. Y claro, se siente raro. Inquietante.
Esto pasa en la fase de tapering, esa en la que reduces carga e intensidad para llegar más fresco.
Y ahí, otra vez, la misma duda:
“¿Y si pierdo la forma justo ahora?”
Este miedo es natural. El cuerpo —y la cabeza— se han acostumbrado a la caña. A machacarse. Y en cuanto aflojas, se enciende la alarma.
Pero la realidad es esta:
El descanso no te hace perder la forma.
Te prepara para rendir al máximo.
Es 100% necesario. Saltártelo es lo que hace que llegues fundido el día de la carrera.
Descansar no es retroceder.
Es consolidar.
El entrenamiento no va solo de acumular kilómetros. Va de asimilar. Y eso solo pasa si hay descanso.
Cada sesión genera adaptaciones.
Y esas adaptaciones no ocurren sin la recuperación posterior.
Si sigues apretando cuando toca soltar… no llegas fino. Llegas fundido. Y no rindes.
El miedo a perder la forma es normal. Pero la ciencia y la experiencia dicen lo contrario:
En una semana o diez días de tapering no pierdes forma. La optimizas.
Se va la fatiga acumulada.
Se rellenan los depósitos de glucógeno.
Tu sistema nervioso se recarga.
Y los músculos te responden mejor.
Eso que sientes como “frescura” en carrera…
Eso viene del descanso.
Descansar no es una amenaza.
Es una estrategia.
Así que relájate. Disfruta el proceso.
Confía.
Cuando cruces la meta sintiéndote fuerte, sabrás que hiciste lo correcto.
Y si estás un poco perdido y necesitas consejo para llegar fresco al día D, escríbeme a hola@correr.run y te cuento algún truco.
Que pases un gran día
Mariano
PD: La próxima vez que sientas culpa por descansar, piensa esto: el descanso no es el enemigo del rendimiento, es su cómplice. No se trata de entrenar más, sino de llegar mejor.
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