La clave para no abandonar (aunque te cueste un huevo)

Mira, sé que esto te ha pasado más de una vez:

«No soy constante, me cuesta un huevo, así que… ¿para qué intentarlo?»


Y sí, te entiendo. Pero tengo que decirte algo:

Nadie nace constante.


La constancia no es un superpoder. No es algo que unos tienen y otros no.

La constancia se construye.

Y ojo, ser constante no es ser perfecto.


Ser constante es tropezarte y volverte a levantar.


Es dejar de ponerte excusas baratas.

Es hacer algo en lugar de nada.

Porque sí, habrá días en los que no te apetezca ni levantarte del sofá.

Pero lo que diferencia a los corredores que avanzan de los que siempre empiezan de cero es esto:

Saber que aunque no tengas ganas, salir a entrenar es mejor que no hacer nada.


Así que si alguna vez has pensado:

«Bah, no vale la pena intentarlo si lo voy a hacer a medias…»

Quiero que te quedes con esto:

La única forma de ser constante es empezar sin serlo.

No necesitas fuerza de voluntad inquebrantable. Ni motivación de película.

Solo necesitas una cosa:

Dar un paso hoy.

Dar otro mañana.

Y otro al siguiente día.

Y si fallas, da igual. Si te paras, da igual.

Lo único importante es volver a levantarte y seguir.

Así que, hazlo. Aunque sea 10 minutos. Aunque sea sin ganas. Hazlo.

Porque la constancia no se piensa, se entrena.

Y si necesitas ayuda para que no se te haga cuesta arriba, escríbeme a hola@correr.run y vemos cómo darle la vuelta.

Que pases un gran día
Mariano


Únete a la newsletter que leen cientos de corredores populares

Motivación diaria en tu buzón para correr más y mejor