Hay un tipo de cansancio que no se quita ni con descanso.
No es físico. No es muscular. No lo arregla una siesta.
Es mental.
Es ese día en el que sabes que tienes que entrenar… pero llevas ya tres reuniones, mil cosas pendientes y catorce decisiones absurdas desde que te levantaste.
Y entonces, aunque tengas las zapatillas a medio metro… No sales.
Te cuesta arrancar.
Dudas del plan.
Improvisas.
Y lo peor: entrenas con la cabeza en otro sitio.
Eso tiene un nombre. Y no, no es pereza.
Es sobrecarga cognitiva.
Demasiadas tareas.
Demasiadas decisiones.
Demasiada información en la cabeza.
Y cuando la mente va así, el cuerpo se resiente.
Lo notas tú. Lo notan tus ritmos. Lo nota tu constancia.
Porque entrenar con la cabeza llena es como correr con una mochila cargada de piedras.
Por eso es clave tener claridad.
Saber qué toca hoy. A qué ritmo. Cuánto tiempo. Y con qué objetivo.
Eso hace toda la diferencia.
Cuando tienes eso claro, la cabeza descansa.
Y cuando la cabeza descansa, el cuerpo responde.
– Si tienes menos decisiones, tienes más energía para entrenar.
– Si tienes menos dudas, eres más constante.
– Si tienes menos ruido mental, disfrutas más.
Muchas veces no estamos cansados por correr.
Estamos cansados por pensar en cómo correr.
Y eso —aunque no suene épico ni técnico— es lo que separa al que entrena bien del que entrena a ratos.
Entrena con claridad y no solo mejorarás tus ritmos.
También recuperarás tu espacio mental.
Y tú, querido corredor:
¿Sueles correr con ruido mental?
Si ves que necesitas claridad, escríbeme a hola@correr.run y vemos cómo puedo ayudarte.
Que pases un gran día
Mariano
PD: Tener un plan no es para gente obsesionada con los números. Es para los que quieren entrenar sin tener que pensarlo todo. Y eso, hoy, ya es bastante.
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