¿Sabes cuál es la diferencia entre…
“Voy a esperar que funcione” y “Voy a hacer que funcione”?
Es pequeña, pero marca todo el cambio.
Es como girar una llave en la cerradura: un pequeño gesto que abre una puerta completamente distinta.
Esperar es cómodo, claro.
No te pones en riesgo, no haces olas. Es fácil quedarte donde estás, pensando:
“Ya habrá un mejor momento” o “Esto se arreglará solo”.
Pero, ¿y si no lo hace?
¿Y si el dolor no desaparece, si los tiempos no mejoran, si ese maratón que tanto sueñas se convierte en un “ojalá” más en tu lista?
Todos hemos caído en esa trampa alguna vez.
Es humano.
Pero correr, como la vida misma, no funciona así.
No se trata de esperar a que las cosas cambien; se trata de ser tú quien las cambie.
Tus metas no están en un rincón oscuro, esperando a que aparezcas por casualidad.
No están en el par de zapatillas nuevas que compraste para sentirte motivado ni en el vídeo de YouTube que guardaste para “ver más tarde”.
Tus metas están al final de un camino.
Y ese camino no se construye con excusas, se construye con acción.
¿Sabes cuál es la diferencia entre un corredor que se estanca y uno que progresa?
No es el talento, ni la suerte, ni las últimas zapatillas con placa.
Es que el segundo no espera. No se queda mirando el calendario o las circunstancias.
Se levanta, aunque le cueste.
Prueba cosas nuevas. Busca ayuda si la necesita.
Hace algo, por pequeño que sea, cada día.
Tú también puedes hacerlo.
Nadie dice que sea fácil, pero tampoco tiene que ser perfecto. Un pequeño paso hoy puede ser el principio de un gran cambio mañana.
Así que la pregunta no es solo qué quieres conseguir, sino:
¿Qué vas a hacer hoy?
¿Esperar que funcione o empezar a construirlo?
Si necesitas un cable ponerte en marcha escríbeme a hola@correr.run
Que pases un gran día
Mariano
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