Cuando el cuerpo va… pero la cabeza no

El otro día hablaba con un amiguete corredor que lleva tiempo entrenando en serio.

Series, rodajes, entrenamientos de fuerza…

El plan bien armado. Todo en regla.

Pero últimamente… le pesa.

No le apetece. No ve avances. Sale por inercia.

Y me dijo algo que me dejó pensando:

“No estoy lesionado. Pero me noto saturado.”

Y sí. Eso pasa.

Más de lo que creemos.

Y casi siempre, cuando llegas a ese punto, es porque llevas semanas forzando sin verlo venir.

Nos creemos que correr solo cansa el cuerpo.

Pero lo que más se quema es la cabeza.

Y aquí te van los clásicos que te van desgastando sin avisar:

– Hacer siempre lo mismo.
Mismo ritmo, mismo recorrido, mismo todo. Automatizas tanto que se te apaga la chispa.


– Vivir encajando entrenos a presión.
Trabajo, familia, curro, recados… y encima meter series como si fueras profesional. Acabas por hartarte.


– Exigirte más de la cuenta
Medir, ajustar, planear. ¿Y si no mejoras? Te frustras. Y si mejoras, quieres más. Nunca es suficiente.


– Descansar mal
Porque si el cuerpo va pero el cerebro no, la motivación se desinfla.

Entonces, ¿qué haces?

¿Te fuerzas más todavía?

No. Parás. Respiras. Y reajustás.

Aquí van ideas que te pueden salvar del colapso:

– Descansa. Y sin sentirte culpable.
No por flojo. Por listo. A veces no te falta fuerza. Te falta reseteo.


– Rompe la rutina.
Haz otra ruta, cambia la hora, corre sin reloj. Lo que sea, pero hazlo distinto.


– Baja las expectativas.
¿Quién te dijo que tienes que ir a tope siempre? ¿Tú mismo? Pues suéltalo ya.


– Hazte cargo del estrés real.
No entrenas en una burbuja. Si tu vida es un caos, tu plan también lo será. Acéptalo y adáptalo.


– Y escúchate un poquito más
Estás harto. Se nota. No insistas. Para, afloja, reorganiza.
No estás fallando a nadie. Ni a ti.

Correr no es una obligación.

Es tu escape. Tu espacio. Tu lugar.

Y si empieza a sentirse como otro marrón… es que algo no está bien.

Haz algo antes de quemarte del todo.

¿Te ha pasado?

Si es así escríbeme y cuéntamelo a hola@correr.run

Si estás ahí ahora, te entiendo.

Y no eres el único.

Que pases un gran día
Mariano

PD: A veces no hay que entrenar más. Hay que parar, pensar y recordar por qué empezaste.

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