Mira, tengo que confesar algo:
Strava se me ha ido un poco de las manos.
En los últimos le he dado bastante caña.
He conocido a un montón de corredores (eso, genial), pero ha llegado un punto en el que tengo tantas notificaciones…
Que me cuesta ver las carreras de mis amigos entre tantos kilómetros de desconocidos.
A ver, Strava me gusta.
Pago la suscripción sin rechistar.
Y me flipan los datos, los ritmos, los gráficos, las coronas, los segmentos… todo lo que brilla, básicamente.
Y sí, como dice el refrán de corredor:
“Si no está en Strava… no ha pasado.”
Pero últimamente me hago una pregunta incómoda:
¿Corro para mí… o para Strava?
Porque no sé tú, pero yo he tenido pensamientos del tipo:
“Voy a apretar un poco, que este ritmo da un poco de pena.”
O “mejor no subo este rodaje, que parezco un dominguero.”
O incluso “Voy a ver si hago un recorrido bonito para hacer un Strava art” (esto último lo pensé, no lo hice… aún).
Y lo que era una app para compartir y conectar, empieza a convertirse en una especie de reality show de zapatillas.
Te saltas descansos.
Aceleras lo que debía ser suave.
Compites sin dorsal.
Y corres más pendiente del GPS… que de tu cuerpo.
Y luego están las comparaciones.
El famoso “mi rodaje fue bien… hasta que vi que otro hizo el doble, más rápido y cuesta arriba”.
Pero claro, no sabes si esa persona está en pico de forma, si lleva 20 años corriendo, o si directamente es un cyborg.
Y al final lo que era motivación, se convierte en presión.
Así que yo, últimamente, intento recordarme esto:
Correr es una práctica. No un escaparate.
Corre para estar bien.
Para desconectar.
Para vaciar la cabeza, no llenarte de comparaciones.
Corre para ti.
No para el algoritmo.
Ni para los Kudos.
Y si tú también te has sentido así alguna vez, me encantará leerte: hola@correr.run
Que pases un gran día
Mariano
PD: A veces lo más épico no es clavar un ritmo… Es salir a rodar suave, sin mirar el reloj… y no subirlo a ningún sitio. (Milagrosamente, también cuenta como entrenamiento).¿Corres para ti… o para Strava?
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