Hay días en los que cuesta todo.
Ponerte las zapatillas. Salir. Empezar.
Correr se siente como una carga más, no como un alivio.
Y te preguntas si algún día vas a disfrutarlo de verdad. Si esto cambia.
Spoiler: cambia.
Y no, no es porque un día despiertes motivado.
Cambia porque un día sales, aunque no tengas ganas… y pasa algo.
Te pones a correr y de pronto no estás luchando contra el cansancio.
No corres para cumplir. Corres porque el cuerpo responde, va solo.
Y ahí lo sientes: estás fuerte. Estás presente. Estás bien.
Te flipas un poco, sí.
Te gustaría verte desde fuera. Porque por dentro sientes algo distinto.
Después te miras al espejo y lo ves claro:
No es solo que el cuerpo esté cambiando.
Es la actitud. Es la confianza. Es cómo caminas. Cómo hablas.
Cómo vuelves a creer en ti.
Y hay algo curioso: los demás lo notan.
Tu pareja. Tu familia. Tus colegas del trabajo.
Te sueltan un “¿pero qué estás haciendo tú?”
Y no es magia. Es que llevas semanas saliendo a correr.
A veces con ganas. A veces sin ninguna.
Y eso transforma.
Porque llega un punto en que ya no entrenas por rutina.
Entrenas para mantener esa versión tuya que rinde mejor en todo.
Más enfocado. Más estable. Más tú.
Cuando corres con propósito, no solo ganas resistencia.
Ganas energía.
Ganas claridad.
Ganas satisfacción en cada paso.
Así que si esto te suena, o si quieres que te suene pronto… solo hay una pregunta:
¿Qué vas a hacer hoy para acercarte a eso?
Escríbeme y cuéntamelo a hola@correr.run
Que pases un gran día
Mariano
PD: No esperes a tener ganas, zapatillas nuevas o un plan perfecto.
Sal aunque sea cinco minutos. Y si puedes, mañana también.Lo jodido es empezar. Lo siguiente… llega solo.
Únete a la newsletter que leen cientos de corredores populares
Motivación diaria en tu buzón para correr más y mejor