Últimamente, está haciendo un tiempo de mierda.
Y toca salir a entrenar contra los elementos.
Frío, noche, lluvia…
Uno detrás de otro.
En la grupeta siempre sale el mismo tema:
“¿Entrenar con lluvia vale por dos?”
Sinceramente, no lo sé.
Porque si salimos a correr es porque nos gusta.
Pero eso —calzar determinadas zapatillas, sumar distancias o cruzar metas con cierto crono— no nos hace especiales.
Yo creo que la clave es otra.
Tener un “contrato” contigo mismo.
Un acuerdo para esos días en los que no hay ganas, no hay un porqué claro, y el sofá parece la mejor opción.
Días en los que te dices:
“Hoy no pasa nada si no entreno”.
Días en los que buscas excusas y, peor aún, tratas de autoconvencerte.
Ahí no se trata de motivación.
Ni de esperar a que lleguen las ganas.
Se trata de respeto.
Respeto por tus valores.
Respeto por tu palabra y tu compromiso.
Respeto por la persona en la que te estás convirtiendo.
Porque tu tiempo de entrenamiento no es un capricho.
Es autocuidado.
Es tiempo invertido en ti.
Y si dejas que cualquier excusa —la lluvia, el frío, el cansancio— lo tire abajo…
Te estás diciendo a ti mismo que no eres una prioridad.
Así que no esperes a que te apetezca.
Hazlo porque te lo debes.
Hazlo porque lo necesitas.
Hazlo porque quieres.
Y, volviendo a la pregunta…
No sé si correr con lluvia vale por dos.
Lo que sí sé es que tengo un contrato conmigo mismo.
Uno que quiero cumplir.
Uno que no quiero romper.
Uno que necesito honrar.
¿Y tú querido corredor?
¿Piensas que correr con lluvia vale por dos?
Cuéntamelo y escríbeme a hola@correr.run
Que pases un gran día
Mariano
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